Batalla de Himera, 480 A. C.
Caballería griega frente a infantes cartagineses.
En el año 480 A.C.se libró una de las batallas más sangrientas del mundo
antiguo cerca de la ciudad siciliana de Himera, entre los griegos de Siracusa y
tropas cartaginesas. Los cronistas de la
época observaron como causa del conflicto el aumento de la resistencia helénica
contra la agresión conjunta de los denominados por los griegos
"bárbaros", en este caso persas y cartagineses o fenicios '; Herodoto
nos dice que la batalla se libró el mismo día de la batalla de Salamina,
mientras Diodoro concluye que coincidió
con la de las Termópilas. Los eruditos modernos rechazan cualquier
interpretación de esta coincidencia como evidencia de una estrategia coordinada
de persas y fenicios, aunque el hecho de que los griegos se enfrentasen en ese
periodo de tiempo a la invasión persa pudo haber lanzado a los cartagineses a
llevar a cabo el proyecto largamente considerado de una invasión de Sicilia.
Un poderoso ejército púnico bajo el mando de Amílcar Magón
invadió la isla siciliana, desembarcando en Panormus, actualmente Palermo, a
unos 45 Km. de Himera. Según fuentes, supuestamente dicha fuerza llegaría
francamente a la increíble cifra de 300.000 hombres; sin embargo, una tormenta
marítima durante el viaje a Sicilia destruyó
la mayor parte de su caballería. Como era tradicional, el ejército
cartaginés estaba compuesto principalmente de mercenarios: no sólo libios,
iberos y ligures, sino también corsos y feroces guerreros nurágicos de Cerdeña.
Mientras Terón de Akragas (hoy
Agrigento) se hallaba en la ciudad de Himera preparándose contra el inmediato
asedio cartaginés, Gelón de Siracusa marchó en su ayuda con una gran fuerza.
Amílcar acampó al oeste de la ciudad, dejando sus barcos varados en la
desembocadura del río que riega Himera. Su ejército asoló los alrededores, y
Himera fue bloqueada tanto por tierra como por mar. Terón lanzó un ataque desde
Himera con la finalidad de evitar e incluso destruir los trabajos de
finalización de la zanja púnica y la empalizada que protegía las naves de los
invasores; al principio la salida tuvo éxito
pero este intento se encontró de inmediato con un contraataque
cartaginés, y los hoplitas de Akragas y Himera se vieron obligados a retirarse
dentro de los muros de la ciudad.
Gelón de Siracusa
Cuando Gelón llegó con el ejército
proveniente de Siracusa de 24.000 infantes y 2.000 soldados de caballería,
decidió acampar al sureste de la ciudad, en un terreno donde podía usar su
caballería en masa aprovechando la falta
de jinetes por parte de Amílcar. Se produjo una batalla en las laderas del Monte Eurako (hoy en día, Monte Sant
Calogero) cuando los mercenarios bajo el mando cartaginés fueron sorprendidos
por la caballería de Siracusa mientras que estaban desprevenidos y o bien
fueron masacrados o bien tomados prisioneros. Los griegos obtuvieron otro golpe
de suerte cuando Gelón interceptó un mensaje de Amílcar en el que pedía a
Selinunte, una ciudad aliada de Cartago, el envío de un contingente de
caballería. En uno de los siguientes días, Amílcar Magón intencionadamente quiso
hacer un gran sacrificio a Poseidón, el dios griego del mar y por la mañana muy
temprano apareció ante las naves vestido con trajes de ceremonia para oficiar
una masiva inmolación de animales.
Griegos y cartagineses en combate
En este momento, el tirano de Siracusa envió a su caballería a
lo largo de la orilla, ya que conocía por el mensaje interceptado que esperaban
ayuda y cuando fueron avistados por los centinelas púnicos, les confundieron
con los esperados refuerzos de Selinunte y no dieron la voz de alarma. Los
jinetes de Siracusa prendieron fuego a las naves cartaginesas y luego incendiaron el campamento enemigo,
que se hallaba en un caos total. Los
hoplitas surgieron desde la ciudad en apoyo, y juntos, la pesada falange griega
y los soldados de caballería quebraron la resistencia de los mercenarios
cartagineses en pedazos. Abrumadoramente derrotado, Amílcar decidió, según
Herodoto, autoinmolarse por fuego ; según otros autores, murió accidentalmente
entre las naves púnicas incendiadas. Sin embargo, es interesante reseñar que incluso
varios años después de la batalla, los cartagineses todavía consideraban a
Amílcar Magón como un héroe, llegando a erigir monumentos y altares en su
memoria tanto en la misma Cartago como
en las colonias.
Mapa esquematico de la Batalla de Himera, 480 A.C.
El número de prisioneros púnicos
registrados en las fuentes fue tan alto que en los años siguientes se dijo que
existían 500 esclavos por cada ciudadano de Akragas. Los habitantes de Siracusa
celebraron la victoria acuñando una nueva moneda, el demareteion o demareción y construyendo, con el trabajo forzado de
los presos – un magnífico complejo de templos dóricos a los dioses de la
victoria, cuyos restos hoy en día todavía pueden ser visitados.
Demareteion.
Cartago sufrió un duro revés .
Había perdido su flota de gran alcance, incendiada en parte y en parte hundida
en una tormenta que azotó los barcos sobrevivientes en su trayecto de regreso a
casa y ya no tenía ningún ejército mercenario a su disposición.. La invasión
había sido un desastre de tal magnitud que los gobernantes cartagineses, temerosos
ante la posibilidad que los griegos se hiciesen a la mar y asaltasen su propia ciudad, enviaron
embajadores a Gelón para pedir la paz. Los términos eran honorables, pero se
incluyó una gran indemnización de dinero, y por ello durante 70 años ningún
ejército púnico pisó suelo siciliano.
Como suele ser normal, las
afirmaciones de las fuentes antiguas sobre el gran número de cartagineses
caídos durante la batalla tal vez sean improbable. Sin embargo, los trabajos en
las obras del ferrocarril que une Fiumetorto y Ogliastrillo han descubierto en
la llanura de Buonfornello, no lejos de Termini Imerese, hallazgos que han sido
descritos por los expertos como la necrópolis más grande descubierta en Magna
Grecia. Ya se han identificado más de 500 enterramientos, pero un estudio calcula
un total aproximado de 12.000 tumbas que datan de los siglos V y VI A.C.
Futuros estudios antropológicos de los esqueletos proporcionarán información valiosa acerca de sus vidas,
referente a la dieta y enfermedades y especialmente sobre si sufrieron o no
muertes violentas. Entre ellos hay enterramientos colectivos que pueden
considerarse como verdaderas fosas comunes, presuntamente vinculadas a las dos
grandes batallas entre griegos y cartagineses de los años 480 y 409 a. C. en la
zona de la actual necrópolis de Himera.
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