Albrecht von Wallenstein
Albrecht von Wallenstein por Michiel Jansz. van Mierevelt
Nacido en Heømanice, Bohemia, el
24 de septiembre de 1583, Albrecht von Wallenstein era el hijo de una familia
noble de importancia menor. Inicialmente educado en la religión protestante como
sus padres, fue enviado por su tío a una escuela jesuita en Olmütz después del
fallecimiento de su progenitores. En Olmütz lógicamente profesó el catolicismo,
aunque posteriormente, en 1599, asistió a la universidad luterana de Altdorf.
Tras pasar un período de formación
académica adicional en Bolonia y Padua, von Wallenstein se unió al ejército de
Imperio Sacro Romano bajo el mando del emperador Rodolfo II. Combatió contra
los otomanos y los rebeldes húngaros, y fue felicitado gratamente por sus
servicios en el sitio de Gran.
Tras regresar a su hogar en a
Bohemia, se casó con una viuda rica, Lucretia Nikossie von Landeck de quien a
su muerte, en 1614, heredó su fortuna y hacienda en Moravia. Albrecht von
Wallenstein utilizó todo el caudal económico para comprar influencia en las
altas esferas de la corte. Después de reclutar en su nombre una esplendida compañía de caballería formada
por 200 jinetes, se presentó al archiduque Fernando de Styria para ofrecer su
servicio en la lucha contra los venecianos. En 1617, von Wallenstein se casó
con Isabella Katharina. La pareja tuvo dos hijos, aunque solamente su hija,
sobrevivió a los años de infancia. Con el estallido de la guerra de los treinta
años en 1618, von Wallenstein declaró su apoyo a la causa imperial.
Obligado a huir de sus tierras en
Moravia, pudo no obstante llevarse el dinero de la provincia a Viena, y allí
tras equipar un regimiento de coraceros, von Wallenstein se unió al ejército de
Karel Bonaventura Buquoy donde prestó servicio contra los ejércitos protestantes
de Ernst von Mansfeld y Gabriel Bethlen.
Obteniendo reputación como
brillante comandante, von Wallenstein fue capaz de recuperar sus tierras
después de la victoria católica en la batalla de montaña blanca de 1620.
También se vio beneficiado por el favoritismo de Fernando que ascendió al
puesto de emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico en 1619.
Batalla de Montaña Blanca 1620
A través de la influencia del
emperador von Wallenstein fue capaz de adquirir las grandes haciendas que
habían pertenecido a la familia de su madre así como la compra de enormes
extensiones de tierras confiscadas. Añadiendo estas últimas tierras a sus
propiedades, reorganizó el territorio y lo renombró como Principado primero y
posteriormente Ducado de Friedland. Además, los éxitos militares comportaron el
título de conde palatino otorgado por el emperador en 1622 y el de príncipe un
año más tarde. Con la entrada de los daneses en el conflicto, Fernando se
encontró sin un ejército bajo su control para oponerse a los nuevos enemigos ya
que mientras el ejército de la Liga católica estuviese en el campo,
pertenecería a Maximiliano de Baviera.
Aprovechando la oportunidad, von
Wallenstein se acercó al emperador en 1625 y le fue ofrecido un ejército entero
en su nombre. Elevada su posición a duque de Friedland, von Wallenstein contaba
inicialmente con una fuerza de 30.000 hombres. El 25 de abril de 1626, von
Wallenstein y su nuevo ejército derrotaron a las fuerzas bajo el mando de
Mansfield en la batalla del puente de Dessau. Operando en conjunto con el
ejército de la Liga Católica del conde de Tilly, von Wallenstein entro en
campaña contra Mansfeld y Bethlan. En 1627, su ejército limpió Silesia de fuerzas protestantes. A raíz de
esta victoria, adquirió el ducado de Sagan de manos del emperador.
Albrecht von Wallenstein como Duque de Friedland
Al año siguiente, el ejército de
Albrecht von Wallenstein avanzó hacia Mecklenburg para apoyar los esfuerzos de Tilly contra los daneses.
Nombrado duque de Mecklenburg por sus acciones, von Wallenstein se sintió frustrado cuando el sitio de Stralsund fracasó, negando
el acceso al mar Báltico y la capacidad de hacer frente a Suecia y a los Países
Bajos en el mar. Aun se sintió más angustiado cuando el emperador Fernando
anunció el edicto de restitución de 1629, por el que se pedía el regreso de
varios principados al control imperial y la conversión de sus habitantes al
catolicismo.
Von Wallenstein personalmente se
había opuesto el edicto, y empezó a
desplazar su ejército de 134.000 hombres hacia las zonas donde se debía
ejecutar dicha orden, enojando a muchos de los príncipes alemanes. Esta
circunstancia se vio obstaculizada por la intervención de Suecia y la llegada
de su ejército bajo el eficaz mando del rey Gustavo Adolfo. En 1630, Fernando
convocó una reunión de los electores en Regensburg con el objetivo de elegir a su
hijo como su sucesor. Enfurecidos por la arrogancia y las acciones de von
Wallenstein, los príncipes, liderados por Maximiliano, exigieron la renuncia
del comandante a cambio de sus votos. Fernando aceptó y fueron enviados correos
para informar a von Wallenstein de su destino.
Emperador Fernando II, benefactor al principio y antagonista al final de Albrecht von Wallenstein
Entregado su ejército a Tilly,
Albrecht von Wallenstein se retiró a Jitschin en Friedland. Mientras permanecía
en sus fincas, la guerra iba de mal en peor para el emperador. En 1631, los
suecos machacaron las tropas de Tilly en la batalla de Breitenfeld. El
siguiente abril, Tilly fue derrotado y muerto en Rain. Los suecos llegaron a Múnich
y ocuparon Bohemia, Fernando no tuvo más opción que volver a llamar a von
Wallenstein. Volviendo al servicio activo, rápidamente levantó un nuevo
ejército y expulsó a los sajones de Bohemia. Después de derrotar a los suecos
en Alte Veste, se encontró con ejército de Gustavo Adolfo en Lützen. Era el 16
de noviembre de 1632.
En la batalla, el ejército de von
Wallenstein fue derrotado pero el rey Gustavo Adolfo murió y los suecos sólo
obtuvieron una victoria pírrica. Von Wallenstein no explotó la muerte del rey
escandinavo, sino más bien todo lo contrario al retirarse a los cuarteles de
invierno, hecho que consternó al emperador. Cuando comenzó la campaña siguiente, en 1633, von
Wallenstein descoloca a sus superiores evitando enfrentamientos con los
protestantes. Esta actitud en gran parte se debía a su enfado hacia sobre el
edicto de restitución y al comienzo de sus negociaciones secretas con Brandemburgo
, Sajonia, Suecia y Francia para poner fin a la guerra. Aunque poco se sabe
sobre esas conversaciones, afirmó que buscaba una paz justa para una Alemania
unificada.
Muerte de Gustavo Adolfo en Leutzen 1632
Aunque von Wallenstein en cierta
manera siempre actuó con fidelidad hacia el emperador, también estuvo claro que
buscaba engrandecer su propio poder. Tal y como se producían las
conversaciones, trató de reafirmar su posición pasando a la ofensiva. Atacó a
los suecos y sajones, obteniendo en
octubre de 1633 su victoria final en Steinau. Tras esta batalla, Albrecht von
Wallenstein se retiró a sus cuarteles de invierno en Pilsen, fue entonces
cuando las noticias de las conversaciones secretas llegaron al emperador en
Viena.
Moviéndose rápidamente, Fernando
aconsejado por un tribunal secreto que lo encontró culpable de traición, firmó la orden de destitución
del mando del ejército , el 24 de enero de 1634. A este hecho le siguió una amonestación
pública acusándolo de traición que se publicó en Praga el 23 de febrero. Al
darse cuenta del peligro, von Wallenstein abandonó Pilsen con destino a Eger con el objetivo de reunirse con los
suecos. Dos noches después de llegar, un complot se puso en movimiento con el
fin de eliminar al general. Dragones escoceses e irlandeses del propio ejército
de von Wallenstein capturaron y mataron a muchos de sus altos oficiales,
mientras que un pequeño grupo, dirigido por Walter Devereux, asesinó a Albrecht
von Wallenstein en su dormitorio. Era el 25 de febrero de 1635.
Grabado escenificando el asesinato de Wallenstein
La importancia de Wallenstein
como general es una cuestión de controversia. Era fanfarrón, aficionado al
escaparate y altivo; su porte era sorprendente. Prefería grandes empresas planeadas
a gran escala, y tenía un extraordinario poder de atracción sobre oficiales y
soldados comunes. Sin duda fue un hábil estratega, y cuando entraba en batalla
estaba fresco y vigoroso. Por otra parte, llevaba las operaciones muy
lentamente, a menudo estaba equivocado en la estimación de sus oponentes y
realizaba con frecuencia errores fatales. Carecía casi por completo de la
cualidad más importante de los grandes comandantes, la voluntad para emprender
batallas decisivas. Estuvo muy influido en su conducta por astrología. Sin
embargo, demostró ser un excelente administrador de los territorios personales,
especialmente en Friedland y el ducado de Sagan, en Silesia. Como los más
grandes conquistadores se involucraba con alegría en asuntos de estado, fue un
economista muy hábil e hizo mucho para mejorar las condiciones sociales de sus
territorios. Trabajó estrechamente con los jesuitas, de quien fue un gran
benefactor en ese aspecto, . Medido por los estándares de su época realmente
era indiferente en aspectos religiosos. Llevar a cabo la política y la guerra
por motivos religiosos era desagradable a él. De manera intencionada otorgó
muchos puestos importantes en su ejército a protestantes. Mostró mucha
habilidad en las negociaciones diplomáticas pero finalmente también fueron esas habilidades las que propiciaron su
caída.